domingo, 9 de enero de 2011

ninfas



Es un grupo de espíritus femeninos de los elementos naturaleza (plantas, ríos, montañas, mares...)Son con frecuencia el objetivo de sátiros lujuriosos.
Amantes de las artes creativas, tiene la capacidad de metamorfosearse en elementos de la naturaleza para esconderse.
El hogar de las ninfas está en las montañas y arboledas, en los manantiales y ríos, en los valles y las frías grutas.

sirenas

 


 
 
Las sirenas han sido famosas seductoras, porque según la mitología eran capaces de encantar con su voz a los marinos para raptarlos.
Las sirenas eran mujeres, con cuerpo de pájaro, criaturas parecidas a las arpías (mitad aves, mitad mujeres). Al cantar, parecían ser hermosas doncellas, pero los que sucumbían ante su encanto, pronto averiguaban su verdadera naturaleza.
Según la leyenda, las sirenas habían sido compañeras de Perséfone antes de ser raptadas por Hades, como no consiguieron salvarla, la diosa las transformó como castigo en estas extrañas criaturas. El canto de las sirenas anunciaban de forma engañosa los placeres del mundo subterráneo, pero también, tenían poderes proféticos.

ADAS



Una teoría explica que las hadas en su origen fueron antiguas divinidades y héroes que se desvanecieron al instituirse los nuevos dioses. En relación con esta creencia en Irlanda se les trata como si fueran divinidades, ofreciéndoles dones para tenerlas favorables.
Una línea importante apunta que las hadas proceden de los muertos, aunque varía la procedencia del alma.
Para algunos las hadas son almas de los druidas que murieron. Los druidas eran los sacerdotes y los profetas de los antiguos celtas que habitaron la Galia y las islas británicas desde el siglo II a.C. hasta el II d. C. Los druidas estaban muy instruidos en temas como la astrología, la magia y las cualidades de plantas y animales. Según esta teoría, las hadas son las almas de los druidas, lo que explica su contacto y conocimiento de la
naturaleza. Se cuenta también que las Korrigan son nietas de las nueve sagradas druidas femeninas de la antigua Grecia.

MINOTAUROS

 Es un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. El mito tiene su versión más completa en la Biblioteca mitológica de Apolodoro.[1] Su nombre significa "Toro de Minos", y fue concebido de la unión entre Pasífae y un magnífico toro con motivo de una afrenta divina. Fue encerrado en un laberinto diseñado por el artífice Dédalo, hecho expresamente para retenerlo,[2] ubicado probablemente en la ciudad de Cnosos en la isla de Creta. Por muchos años, hombres y mujeres eran llevados al laberinto como sacrificio para ser el alimento de la bestia hasta que la vida de ésta terminó en manos del héroe Teseo

CENTAUROS

En la mitología griega, los centauros pertenecen a una raza de criaturas compuestas por una parte humana y una parte equina. En tempranas pinturas de vasos del Ático se los representa con el torso de ser humano unido, en la zona de la cintura, a la parte inferior de un caballo (a partir de donde nace el cuello del equino).  
Este híbrido hombre-bestia ha llevado a muchos escritores a tratarlos como seres liminales, apresados entre dos naturalezas, e incorporados a mitos donde se revela tal contradicción, aunque también se los ha interpretado como encarnación de la propia naturaleza, como sucede en la batalla de Lápitas o, por el contrario, convertidos en profesores, como el centauro Quirón.

ELFOS

Los elfos son criaturas de la mitología nórdica y germánica que originalmente fueron considerados una raza menor de dioses de la fertilidad y representados como hombres jóvenes y mujeres de gran belleza que viven en bosques, cuevas o fuentes. Se les consideraba como seres de larga vida o inmortales y con poderes mágicos.

DRAGON

La figura del dragón juega un papel importante como un dios y/o un guardián. Se trata de un ser poderoso y respetable, en algunas civilizaciones es reconocido también por poseer gran sabiduría. Los dragones tienen un significado espiritual en varias religiones y culturas del mundo.
Las culturas occidentales y orientales han imaginado reptiles gigantes y alados; puede ser por el contacto con gaviales, cocodrilos y caimanes y al hallazgo de fósiles de dinosaurios mezclados con otros de animales voladores.
El rasgo común de todos los dragones es como todo tipo de características de animales de tierra, mar y aire, se fusionan de una forma tan armoniosa, que siempre resulta ser la criatura más bella e imponente que se haya visto, y que representa el más perfecto balance entre belleza y fealdad. Un animal divino y el único digno de ser el emblema y guardián del poder de la naturaleza.
El simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha.[2] La lucha entre el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos significados. En estos míticos combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera, cuya acción implica la muerte -o el nacimiento- de un orden universal.[2]
Así, en un principio fueron los devoradores de dioses -algunos mitos se refieren a los dragones como la causa de los eclipses, por ejemplo-, o sus enemigos -caso de Apofis y Pithon, enemigos del sol-; posteriormente los dragones fueron fuerzas a la que se les ofrecían doncellas de sacrificio, y no tardaron en concebirse como comedores de hombres. Mas ese papel no se aleja del de guardián, que implica la espera y mantenimiento de un orden, sea por una nueva vida para el universo o el de un lugar sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado es que son simbólicamente el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe.
Las actitudes tomadas en las culturas del mundo frente a la figura del dragón y la lucha que supone se distancian en ocasiones. Particularmente comparando la idea del dragón entre el lejano Oriente y Occidente. Los dragones chinos (o long), los japoneses (o ryū) y los coreanos son vistos generalmente como benévolos, mientras que los europeos son generalmente malévolos.
Sin embargo, los dragones malévolos no están restringidos a Europa y se ven también en la mitología persa y de otras culturas. El tema es, por supuesto complejo, y ha variado a lo largo de la historia, por ejemplo, entre los romanos, típicos representantes del Occidente antiguo, el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría.

ARPIA





Una arpía es una mezcla entre mujer y buitre. La parte inferior de su cuerpo y las alas son de buitre, y el torso y la cara de mujer, en concreto de una bruja.
Su pelo es grueso, duro y enmarañado, como un estropajo y tiene los dientes podridos. No suelen llevar ropas, y siempre están envueltas en un fétido olor. Son seres tan sucios que infectan a otros seres al atacarles con sus garras.

Su lenguaje se basa en una especie de gritos y cacareos muy desagradables. Sin embargo, las arpías cantan una canción mágica, capaz de hechizar a todos los humanos y semihumanos que la oyen. Esta canción la usan cuando se ven atrapadas o cuando quieren atraer a viajeros ocasionales hasta su guarida.

Se deleitan molestando a otros seres y animales, sin embargo son bastante cobardes, sobre todo si se encuentran solas, por lo que suelen huir con frecuencia. A pesar de ello, son muy vengativas y pueden seguir a un enemigo durante kilómetros.
Sus guaridas están situadas en la línea de la costa, y suelen ser cuevas un poco profundas, tan sucias que que ningún animal se atreve a acercarse. En ellas suelen guardar algunos tesoros que mezclan con toda la suciedad. Estas guaridas albergan a unas diez o doce arpías.

VAMPIROS

Es probable que el mito del vampiro en el folclore de muchas culturas desde tiempos inmemoriales, provenga inicialmente de la necesidad de personificar uno de los arquetipos primordiales en el inconsciente colectivo. Según los conceptos de Jung, es la denominada "sombra", la cual representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos y sería la encarnación del mal como entidad, y una representación del lado salvaje del hombre o su atavismo bestial, latente en su sistema límbico y en conflicto permanente con las normas sociales y religiosas.[2] [3]
Pero el mito, como es conocido en nuestros días, es realmente una combinación compleja de varios temores y creencias humanas, que además del citado temor a los bajos instintos, incluye: la atribución a la sangre de ser fuente de poderío o vehículo del alma, el temor a la depredación, a la enfermedad o a la muerte y a su expresión más palpable como es el cadáver, así como a la fascinación temerosa por la inmortalidad y el instinto de supervivencia.[4]
Algunos estudiosos sugieren que el mito del vampiro, sobre todo el que se popularizó en Europa después del siglo XVII, se debe en parte a la necesidad de explicar, en medio de una atmósfera de pánico colectivo, las epidemias que asolaron Europa (causadas por enfermedades reales), antes de que la ciencia lograra explicarlas racionalmente 
 


Origen de un vampiro

En el conjunto de creencias populares se pueden distinguir unas formas básicas, a veces complementarias entre sí, para que un ser humano se convierta en vampiro:
  • Por predisposición desde el nacimiento: En Rumanía tenía más posibilidades de ser un strigoi, el séptimo o duodécimo hijo cuyos hermanos mayores eran todos del mismo sexo. O tener unas marcas de nacimiento como el hueso sacro pronunciado, abundante vello corporal y haber nacido encapuchado, es decir con la cabeza envuelta en parte de la membrana placentaria, o haber ingerido parte de la misma.[8] Entre los eslavos también tenían mayor probabilidad de convertirse en vampiros los nacidos en Sábado Santo.[9]
  • Por muerte prematura o violenta: En la antigua Grecia[6] en donde se denominaban vrykolakas o brucolacos a los así originados, al igual que entre búlgaros y eslavos,[9] así como en ciertas culturas africanas y en Indonesia, se creía que los niños, adolescentes y en general las personas que habían tenido una muerte prematura o en circunstancias anormales, por suicidio o violencia, podían convertirse en fantasmas vagabundos o vampiros.[10]
  • Por incumplimiento de rituales funerarios y religiosos: En Bulgaria y Rumanía también se creía que alguien se puede convertir en vampiro después de su muerte si los que se deben ocupar de preparar y vigilar debidamente el cadáver no cumplen bien su tarea y no impiden que un animal, especialmente un perro o gato, e incluso una persona pasen a sobre el mismo.[9] Esta creencia es similar a la de los hindúes que consideraban los espíritus o Pitrs que se encuentran a la espera de reencarnar pueden convertirse en vampiros si nadie les recuerda y realiza los rituales funerarios de rigor conocidos como shraadh y que son para facilitar su reencarnación.[11]
  • Como maldición por acciones criminales o sacrílegas: En la antigua China también se creía que se convertían en vampiros ciertos criminales tradición similar a la existente entre los eslavos y los griegos[6] quienes creían que los vampiros eran brujas o personas que se habían rebelado contra la Iglesia mientras estaban vivos, vendiendo su alma al diablo y que al morir sus cuerpos podían ser poseídos por demonios.[7] A esta creencia ayudaron indudablemente los conceptos desarrollados por el cristianismo que, basados en la idea neoplatónica de la vida después de la muerte, fomentaron la idea de la corrupción del cuerpo y la supervivencia del alma hasta el día del Juicio Final, teniendo la posibilidad de acceder a este estado todos aquellos que murieran arrepentidos de sus pecados y que hubieran recibidos los últimos sacramentos.
Por las formas anteriores, en la Europa cristiana y especialmente entre los griegos[7] y pueblos eslavos, todos aquellos que no fueran enterrados en tierra consagrada (en particular los suicidas y los excomulgados) y los que no hubieran recibido la extremaunción, tenían la mayor posibilidad de convertirse en espectros corpóreos vampiros o tympaniaios.[1]
  • Por mordedura de un vampiro: Según casi todas las tradiciones, especialmente entre los eslavos[1] , aquella persona que moría después de ser mordida por un vampiro se convertiría a su vez en uno. Los escritores ocultistas aducen que esta manera solo es posible si hay aceptación por parte de la víctima.[12] Los autores de literatura de ficción le han dado a esta manera una connotación sexual muy intensa, muy atractiva para propósitos dramáticos.

hombres lobo




El hombre lobo, también conocido como licántropo, es una criatura legendaria presente en muchas culturas independientes a lo largo del mundo. Se ha dicho que este es el más universal de todos los mitos (probablemente junto con el del vampiro), y aún hoy, mucha gente cree en la existencia de los hombres lobo o de otras clases de «hombres bestia». Realmente no hay que confundir los términos: licántropo es aquel hombre que, debido a algún trastorno psicológico, cree haber asumido el aspecto, voz y comportamiento de un lobo, a pesar de que realmente no haya sufrido ninguna transformación física; lo cual lo lleva a actuar de acuerdo a ello, entiéndase matando y cometiendo actos de canibalismo. Por su parte, el hombre lobo es tradicionalmente un hombre que, por efectos de magia o por propensión natural, posee la habilidad de transformar su aspecto en el de un lobo. Todas las características típicas de aquel animal - como son la ferocidad, la fuerza, la astucia y la rapidez- son en ellos claramente manifiestas, para desgracia de todos aquellos que se cruzan en su camino. Según las creencias populares, este hombre lobo puede permanecer con su aspecto animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, generalmente cuando sale la luna llena.